Acciones para mejorar la comunicación asertiva
Al vivir en sociedad tenemos la necesidad de comunicarnos constantemente y debemos procurar que esto se produzca de la mejor manera posible. Por ello, es indispensable que conozcas las acciones para mejorar la comunicación asertiva.
La base para que seamos comunicadores eficientes es que aprendamos a manejar el lenguaje. Es decir, que tengamos un vocabulario amplio, que utilicemos de manera correctas las reglas gramaticales, pero por sobre todo que comprendamos que hay expresiones que expresan mejor nuestras ideas.
Así que si tus conocimientos sobre tu idioma son deficientes te invitamos a que partas por ampliar tu vocabulario. Puedes utilizar aplicaciones de juegos de palabras, resolver crucigramas o simplemente empezar a consultar un diccionario cuando quieras usar otras palabras en vez de las de siempre.
A esto le puedes agregar el tener pensamientos positivos durante el día, evitar los juicios o prejuicios hacia los otros, ver las situaciones en las que te ves envuelto de manera más objetiva, sobre todo en lo que respecta a relaciones de pareja y laborales.
Centrar el mensaje
El lenguaje empresarial utiliza un nosotros de manera inclusiva para hacer que cada trabajador se sienta parte de la empresa e importante en la función que desempeña. En el caso de la comunicación asertiva es todo lo contrario se emplea el Yo. Esto para centrar el mensaje en lo que a mí me sucede, pero esto mezclado con expresiones positivas, aunque se trate de estar llamándole la atención a alguien.
Puede sonar complejo y la verdad es que lo es. Estamos acostumbrados a que los mensajes negativos como de llamado de atención utilizan palabras negativas y los mensajes positivos de felicitaciones palabras positivas.
Lo que acá se propone es hacer todo lo contrario, por algo bastante sencillo, ante las palabras negativas el cerebro se revela y busca la forma de hacer todo lo contrario a lo que se pide. El mejor ejemplo es cuando le llamamos la atención a un niño, de nuevo rayaste la muralla siendo que te pasé hojas para que dibujaras. Como el mensaje es negativo, el cerebro infantil se revela y hace lo opuesto a la instrucción dada. Con los adultos pasa lo mismo y en algunos casos lo hacemos a propósito para molestar al otro.
Un mensaje más positivo
En la comunicación asertiva queremos que el mensaje sea llevado a cabo de la mejor manera. Ante eso es que mientras más positivo sea, más efectos va a tener en el otro.
El ejemplo anterior podría expresarse como “hijo, en estas hojas puedes hacer tus bellos dibujos para que luego los guardemos o peguemos en distintas murallas de la casa”. La invitación es a seguir dibujando, pero en el lugar en que queremos que se haga.
Obviamente, al emitir este mensaje debemos utilizar un tono de voz sereno, agradable, que le muestre al niño que es una invitación no una orden. De lo contrario seguirá siendo un llamado de atención con palabras agradables. Y utilizar gestos suaves como mostrarle las hojas para que las vea bien, incluso podemos acariciar su cabeza. Lo importante es que nuestra corporalidad sea acorde a las palabras que enunciamos.
No tomar nada personal
Otra de las acciones para mejorar la comunicación asertiva en situaciones en que nos comunicamos con personas de nuestra edad o superior es que no debemos tomarnos nada de manera personal, suponiendo que el otro está actuando en contra de nosotros.
Cuando pensamos de esa manera perdemos el foco de la comunicación y afloran nuestros sentimientos negativos e ideas prejuiciosas, logrando que nos alteremos y que incluso reaccionemos mal. Para evitar las suposiciones puedes analizar en qué se basa tu suposición. Esto te permitirá enfriar tu malestar y ver la situación con objetividad, por lo tanto, volverás a la calma. E incluso te puedes librar de pasar un mal rato por ideas que tu construiste en tu mente.
Hacerse cargo de los sentimientos
Dentro de las acciones para mejorar la comunicación asertiva es importante que nos hagamos cargo de nuestros sentimientos e ideas. Con este logramos expresarnos de manera clara y haciendo contacto con nuestra interioridad.
Pues puede parecer sencillo identificar que estamos molestos por algo, pero expresárselo a otro e indicarle que es el causante de nuestro malestar no siempre resulta fácil. Por ello, una buena forma para hacerlo es tener claridad sobre la situación que nos molesta. Además, expresarlo en primera persona y hacer partícipe al otro, expresándonos de manera simple.
Ejemplo de ello puede ser “me siento molesto porque hoy no llegaste a la hora que indicaste, tuve que hacer todo solo”. En esa expresión cumplimos con todo lo que nos pide la comunicación asertiva y el receptor de ese mensaje no tendrá dudas sobre lo que nos sucede y el por qué nos sentimos así.
Cuando tenemos que mencionar situaciones o acontecimientos que nos molestan o complican, debemos hacerlo desde la descripción de la situación no emitiendo reclamos sobre la acción del otro.
Por ejemplo, si te molesta que tu compañero de trabajo ponga la música fuerte en la oficina, podrías decirle “cuando poner música a un volumen alto me desconcentras y afectas mi rendimiento”. Le estás expresando tu sentir sobre la situación describiendo la situación sin insultarlo ni cuestionar su actuar, así como tampoco te lo tomaste personal.
Evitar generalizar
Evitar las generalizaciones es otra acción que podemos poner en práctica. Partiendo porque muchas veces termina siendo un argumento falso y porque nos resta credibilidad. Si cada vez que nos quejamos por algo generalizamos, daremos la sensación de ser exagerados e incluso mal agradecidos.
Para evitar esto, trata de ser específico, “ayer cuando vinieron tus amigos, tuve que acostarme tarde y hoy anduve con sueño”. Se menciona la situación que molesto y lo que te ocurrió por ello.
Si nos ponemos a reflexionar en este tipo de comunicación, podemos darnos cuenta de que si logramos expresarnos de esta manera muchas situaciones serían más llevaderas. Al ser mensajes sencillos y directos, no quedan dudas sobre su contenido, al hacernos responsables de nuestros pensamientos e ideas, nos conocemos más y mostramos nuestra interioridad, por ende, somos sinceros con el resto. Y como utilizamos un lenguaje positivo disminuimos las posibilidades de tener altercados con otras personas, así como de pasar malos momentos durante nuestro día a día, pero a la vez, nos permite tener pensamientos libres de prejuicios que nos hacen dañarnos y dañar a otros.