¿Qué es el IMC?
¿Qué es el IMC y cuál es su relación con salud mental?
No hay duda de que la nutrición es una herramienta para fortalecer la salud, ¿pero qué sucede cuando se transforma en una obsesión? Veamos cómo la lucha por perseguir un número puede estar perjudicando nuestra salud mental, empezando por la simple pregunta: ¿Qué es el IMC?
El IMC
Es el método que se utiliza a lo largo y ancho del planeta para clasificar el estado nutricional de las personas, y se obtiene al dividir el peso por la estatura al cuadrado. Según el número de IMC, luego podemos ver nuestro estado nutricional de acuerdo a las siguientes categorías:
Bajo peso | <18.5 |
Normopeso | 18.5 a 24.9 |
Sobrepeso | 25 a 29.9 |
Obesidad | >30 |
Con tan solo dos datos, esta fórmula nos etiqueta como personas normopeso o personas con obesidad, y quienes caen en esta última clasificación saben que deberían preocuparse más por su salud, ya que “la evidencia” indica que tienen un mayor riesgo de desarrollar varias enfermedades, como por ejemplo alteraciones cardiacas o diabetes.
Pero… ¿será realmente así?
La verdadera historia del IMC
La fórmula para calcular el IMC fue creada originalmente por un astrónomo, matemático y sociólogo belga llamado Adolphe Quetelet en 1830. De hecho, en sus inicios se llamaba Índice Quetelet y no Índice de Masa Corporal.
El objetivo de este científico era estudiar las características de un cuerpo humano “normal” para entender por qué las personas morían de enfermedades y ver si existía una relación entre el peso, la estatura y la muerte. Su meta era buscar patrones en la población, NO evaluar la salud individual. He aquí las primeras banderas rojas.
Y aquí están las segundas; Quetelet era nativo de Bélgica, por lo tanto, el cuerpo que consideraba “normal” era el de los hombres de la zona. En simples palabras, una persona “normal” debía verse como un hombre europeo de raza blanca… de hace 200 años atrás.
¿IMC como indicador mundial de salud?
Al año 1985, el Instituto Nacional de Salud (NIH) de los Estados Unidos comenzó a utilizar el IMC para diagnosticar la obesidad en el país, y el año 2001 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la obesidad como “un aumento de grasa corporal sobre lo normal” aplicando el IMC y las categorías que ya conocemos como principal herramienta de diagnóstico, englobando a todas las personas de todas las edades, razas, y culturas, bajo el mismo espectro.
Y seguimos arrastrando este error hasta el día de hoy.
Entonces ¿usar o no usar?
El IMC es muy popular para determinar si una persona tiene o no un “peso saludable”, ya que permite estimar su porcentaje de grasa corporal… Al menos en la teoría. Pero esta fotografía de nuestra salud no considera la etnia, edad, sexo, genética, masa muscular ni masa grasa.
Y si nos enfocamos en salud, ciertamente hay un mayor riesgo de enfermar en los extremos del espectro del IMC, pero esto es en ambos extremos y no solo en el superior.
De hecho múltiples estudios demuestran que hay personas con sobrepeso y obesidad metabólicamente sanas, y al contrario, hay personas con normopeso que no lo son. Y esto es porque no hay una receta perfecta para clasificar un cuerpo como bueno, malo o “ideal”.
Desde lo teórico ya está claro que el IMC no es una forma correcta de medir la composición corporal. Vamos a lo práctico.
Imaginemos el siguiente ejemplo…
Un luchador de sumo profesional japonés que pesa 100kg y mide 1.70m tendrá el mismo IMC que un levantador de pesas olímpico que pesa y mide lo mismo. La calculadora de IMC arrojará un resultado igual, pero… ¿se verán igual?
¡Claro que no!
Los tejidos de nuestro cuerpo no pesan lo mismo. La masa muscular pesa más que la grasa porque tiene mayor densidad, y eso hace que 1 kg de músculo no se vea igual a 1 kg de grasa. De hecho, quienes tienen una gran cantidad de masa muscular probablemente tendrán un IMC de sobrepeso ¡siendo que la masa muscular es uno de los mayores protectores contra enfermedades!
Adiós a la talla única
En los últimos años han aparecido varios estudios corroborando que esta “talla única” no tiene sentido, y personas que comparten el mismo IMC pueden tener diferente riesgo de desarrollar enfermedades dependiendo del estilo de vida que llevan, su dieta, y la zona donde se ubica la mayor concentración de masa grasa en su cuerpo.
¿Cómo desligarnos del IMC y recuperar nuestra paz mental?
Lo primero que debemos hacer es rebelarnos ante el concepto de IMC. Si creemos en el IMC, significa que también creemos que la diversidad corporal no existe y que todos los cuerpos deben ser iguales… Estamos en el siglo 21, eso ya está obsoleto.
En segundo lugar, evitemos juzgar a los demás por su IMC o el tamaño de su cuerpo. Incluso en la salud es común encontrar profesionales que atribuyen enfermedades exclusivamente al peso de sus pacientes, sin ningún otro fundamento. Esto se debe terminar y está en todos nosotros iniciar este cambio.
En tercer lugar, busquemos nuestro bienestar y no dediquemos toda nuestra energía a perseguir un número. Esta obsesión es más peligrosa para la salud que un IMC mayor o menor al “ideal”. Es más, ¿sabías que las fluctuaciones de peso son más peligrosas y tienen más riesgo para la salud que un número de IMC? Así es, perseguir este número ideal te enfermará más que mantenerte lejos de él.
¿Y cómo medir la salud sin enfocarse en el peso?
Si realmente sientes preocupación por tu salud y bienestar, otros indicadores nos entregarán un mejor panorama, como el nivel de estrés, la presión arterial, el colesterol, los triglicéridos y la glicemia. Todos estos son mucho mejores predictores y nos darán mucha más información que el IMC.
Busquemos nuestro bienestar personal, dediquemos tiempo a cuidar de nuestro cuerpo y mente, y no perdamos los días intentando encajar en un molde que nunca fue diseñado para contenernos a todos.
REFERENCIAS
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