4 formas de identificar mi ansiedad
¿Cómo saber si tengo ansiedad?
No es tan simple lograr comprender la emoción de la ansiedad cuando la estamos experimentando, pues muchas veces nos confunde y desordena la forma con que nos relacionamos con nosotros mismos y con el mundo en general. Es un desafío que no es menor cuando paulatinamente nos hemos ido siendo más conscientes como sociedad de el gran número de personas que sufre de ansiedad (cerca de un 30% de la población), lo cual ha quedado plasmado en las búsquedas de internet, pues se ha convertido en una de las palabras más buscadas en relación a la salud mental.
Nuestra guía de ansiedad nos da una claridad formal sobre los síntomas, los tipos de ansiedad, cuándo pedir ayuda y qué apoyo son necesarios para poder lidiar con esta emoción que nos saca de nuestro presente, llevándonos a múltiples escenarios que nunca ocurrirán y nos hace sentir mayores sensaciones de malestar general, culpa, miedo e inseguridad. La ansiedad es una emoción que afecta diversas áreas de nuestro organismo, es por esto que la confundimos muchas veces hasta con problemas médicos, lo cual hace más difícil lograr entenderla.
En una de sus últimas obras, el ilustrador chileno Alberto Montt hace una precisa descripción gráfica de lo que la ansiedad es capaz de hacernos en el día a día, como aquellos pensamientos que nos llevan al autosabotaje de nuestro propio bienestar, insegurizándonos, culpándonos y preocupándonos exageradamente. Por ejemplo aquella culpa que podemos sentir por habernos dado aquel antojo, ese sándwich que nos gusta tanto, o esos pensamientos que aparecen cuando estamos por dormir y nos terminan robando el sueño.
Aprender a identificar tempranamente los síntomas de la ansiedad nos permite hacernos consciente a tiempo de los riesgos que podríamos estar por vivir si es que no nos detenemos a realizar nuestro autocudado respectivo de salud mental. La ansiedad, parafraseando al psicoanalista francés Jacques Lacan, es una emoción que no se define con una palabra, sino con muchas que bordean el significado su significado, que ha sido difícil identificar y definir.
Evitar llegar a que nuestra ansiedad normativa, aquella que nos permite planificarnos a nuestro futuro y anteponernos a situaciones que estamos por vivir, se vuelva patológica, incapacitante y provocadora de emociones más complejas de tolerar, como la culpa, la rabia o el miedo, es esencial en el desarrollo personal de cada individuo. Por ello que la detección temprana de síntomas ansiosos nos puede permitir pedir ayuda o tomar medidas, antes que la ansiedad de instale en todos los ámbitos de nuestro ser, generándonos esos malestares generalizados.
Por esto que te presentamos un resumen de las áreas que afecta nuestra ansiedad, con la que podrías realizar una breve reflexión a modo de autoevaluación, para saber si estás sufriendo de ansiedad. La ansiedad afecta nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestro cuerpo y nuestras conductas. Te invito a poner atención a este modelo, para que puedas realizar esta autoevaluación para saber cómo está tu ansiedad.
El ámbito de nuestras emociones.
Emociones como él miedo, la rabia, culpa o descontento o insatisfacción con nosotros mismos pueden ser señales de ansiedad.
Si estás percibiendo más miedo de lo habitual o no logras identificar qué es lo que te provoca ese miedo, podría ser una primera gran señal de que estás sufriendo ansiedad. Recuerda que básicamente los trastornos ansiosos son cuando el miedo y la ansiedad se juntan y fortalecen.
Puede que lo hayas notado en la forma con la que te estas tratando a tí mismo o con la que estas tratando a otros, o puede que otros ya te lo hayan hecho saber. Por ejemplo, la forma con la que te estás relacionándo está denotando mayor irritabilidad de la habitual y/o la necesaria, o estás tolerando menos la frustración y el miedo al fracaso.
La culpa es la emoción social que aprendemos en etapas tempranas del desarrollo, que nos ayuda a regular nuestra conducta para vivir en comunidad y sociedad, pues aparece cuando hacemos daño a otro ser humano. Pero cuando comenzamos a sentir culpa por acciones que no tienen relación con lo anterior, como por ejemplo, sentirnos culpable por un antojo o porque podrían molestarse si dices algo, entonces puede ser de que la ansiedad esté poniendo sus tentáculos en esta emoción.
El ámbito de nuestros pensamientos.
En este ámbito las palabras clave son excesiva preocupación y sobre-pensar las cosas, pues es justamente el aumento en las preocupaciones en los distintos aspectos de tu vida las que pueden llevarte a pensar y repensar, una y otra vez, alguna acción que hiciste, algunas palabras que dijiste o en los eventos que estás por vivir (o no).
Sobre-pensar la realidad nos aleja de nuestras emociones, de lo que estamos sintiendo, de nuestro presente, llevándonos a ver la vida con ojos muy agudos o severos, sobre ti mismo como a los demás. Pensar una y otra vez sobre una situación vivida (o por vivir) nos podría indicar que algo no estamos considerando y nos está enrollando en nuestros pensamientos.
El ámbito de nuestras conductas.
Nuestras conductas pueden volverse extremas; por una parte, con cierta estructura y actividad rígida (queremos que todo esté bajo control) o -por el contrario- desestructuradas, desorganizadas y evitativas: no queremos hacer nada!. Cuando nos referimos a conductas estructuradas o rígidas, comúnmente llamados: “los tics”, estamos describiendo aquellas conductas que “DEBEMOS hacer”, porque de lo contrario, “algo nos puede pasar”. Es decir, si bien es muy recomendado tener una rutina, cuando la volvemos inflexible es cuando estás queriendo controlar algo que es más que la rutina.
¿Ejemplos? Nos podemos volver devotos de la limpieza y el orden, al punto de no poder sertirnos cómodos si “las cosas no están en su debido orden”. También podemos volvernos un chequeador como cuando revisas que la puerta haya quedado bien cerrada pese a que recién la cerramos con la llave.
El ámbito del cuerpo.
Nuestro organismo será quien más se vea afectado por la ansiedad, ya que tiende a ser el último ámbito donde se expresa la ansiedad que, al igual que en los ámbitos anteriores, afecta a gran parte de los sistemas corporales.
Por un lado, en cuanto al sistema circulatorio, nuestro corazón puede experimentar aumento sin causa aparente del ritmo cardíaco, sintiendo que nuestro corazón late muy fuerte y pareciera que lo podemos sentir en la mano.
Estos aumentos del ritmo cardiaco pueden estar acompañado de sensaciones de ahogo, sudoración y temblores, difíciles de simular, en especial la sudoración. En algunos casos más agudos, la pérdida momentánea de la movilidad o sensibilidad de alguna de las extremidades puede ser un síntoma común en este proceso.
Por otra parte, el sistema gastrointestinal puede verse afectado debido a su gran cantidad de conexiones nerviosas. Puede manifestarse como constipación o rápida digestión. El colón puede verse afectado como una respuesta a la ansiedad.
El sistema muscular también suele verse afectado, los músculos se tensan y pueden permanecer rígidos por mucho tiempo sin darnos cuenta, lo que nos puede causar dolores, molestias o hasta contracturas musculares. Es muy común que el bruxismo nocturno comience a aparecer, agregando dolores en nuestra cara, boca y cuello.
El ciclo circadiano, encargado de regular nuestro sueño, también puede verse afectado, desordenándose en los tiempos en que solemos conciliar el sueño. Comienza a aparecer el insomnio o el sueño no logra ser reparador.
Termino dejándote con algunas sugerencias para cuidar tu ansiedad.
Sugerencias
- Ante cualquier duda, consulta con tu terapeuta.
- Construye una rutina de bienestar para ti.
- Equilibra tus tiempos.
- Date espacios para lo que te gusta hacer.
- Agrega actividad física.
- Practica Yoga o Mindfullness.
- Mantente en la lógica de “ocuparte” y no “pre-ocuparte”. La ansiedad es una energía que hay que disipar con el hacer.
- Genera estrategias de “auto-contención” para cuando sientas la ansiedad muy aguda.
- Mantén tu vida social activa.
- Organiza tu trabajo y focalízate en los objetivos.