Maltrato psicológico
Adolescentes y Niños

Maltrato psicológico en la infancia

El maltrato es el antónimo del cuidado, es la acción de brindar un daño físico o psicológico a otro, afectando su integridad física o psicológica. 

Existe maltrato psicológico y físico. El maltrato psicológico (psíquico) está tan infiltrado en la experiencia relacional cotidiana que su identificación es ardua, por lo que resulta problemático su simple reconocimiento abstracto. Algunas situaciones de maltrato psíquico son: complicidades, encubrimientos, omisiones, negaciones, exclusiones, agravios comparativos, marginaciones, compensaciones, reparaciones, reequilibramiento, consolaciones, etc.

Conyugalidad y parentalidad

La conyugalidad es una relación recíproca cognitiva, emocional y pragmáticamente. En ellas ambos miembros negocian un acuerdo que implica reconocimiento y valoración (elementos cognitivos), cariño y ternura (elementos emocionales), así como el deseo, sexo y otros elementos pragmáticos. Por ello, es dar y recibir en forma equilibrada.

Por su parte, la parentalidad es una relación complementaria, es decir, desigual, en la que dar y el recibir no pueden nunca estar equilibrados. Un ejemplo de ello es que los padres dan a los hijos y así devuelven lo que, a su vez, recibieron de sus propios padres. Por ello, tiene los mismos elementos cognitivos y emocionales y los pragmáticos cambian por el ejercicio de la socialización.

Mientras que la conyugalidad armoniosa se entiende como la capacidad de resolver de modo razonable los conflictos conyugales, con independencia del estado civil de la pareja.  

Maltrato psicológico triangulado

maltrato psicológico

  • Perder el papel parenteral es el fragor del combate conyugal. 
  • Bowen (1976) habla de triángulos como configuraciones emocionales de tres personas, en que forma una díada que, en los períodos de calma, mantienen al tercer excluido, lo incluye como un aliado en los momentos de crisis, desactivándolo y paralizándolo. 
  • Por su parte, Haley (1976) acuñó el término “triángulo perverso” aplicado a coaliciones negadas de dos personas, pertenecientes a generaciones diferentes, contra una tercera. 
  • Mientras que Minuchin (1974) llamó “tríada rígida” a una configuración relacional  en la que los hijos son utilizados sistemáticamente para resolver, evitar o desplazar conflictos existentes entre los padres. Existen tres modalidades: 1) triangulación, en la que cada uno de los cónyuges le pide al hijo que se alíen contra el otro. Cada movimiento de alineación del hijo es, por tanto, interpretado como dirigido contra alguno de los padres. 2) coalición estable, en la que el hijo permanece aliado a uno de los progenitores contra el otro. 3) desviación o rodeo, consiste en un acuerdo de los padres en la preocupación por los síntomas del hijo, ya sea para controlarlo porque es “malo”, ya sea para protegerlo porque está “enfermo”.

Este se produce con conyugalidad disarmónica y parentalidad primariamente conservada.

Triangulación manipuladora

  • Es la más fácil de establecer y también de comprender, así como, con toda probabilidad, la más frecuente y la que más variantes admite. 
  • Los padres envían mensajes a sus hijos requiriendo su colaboración. 
  • La demanda puede hacerse por parte de los dos progenitores o sólo de uno y la oferta que completa el mensaje puede consistir en más atención, más comprensión, un estatus de más prestigio, mejores condiciones materiales, etc.
  • Tipos de conflicto: atracción-atracción, atracción-evitación y evitación-evitación.
  • Ejemplos de patologías: histeria (erotización de la relación parento-filial, bipolaridad cognitiva, emocional y pragmática se produce porque uno atrae y el otro tironea). Trastornos fóbicos (está en juego es una tensión conflictiva entre libertad y dependencia). Trastornos obsesivos (tensión entre dos polos: bien y mal).

Triangulación desconfirmadora

  • Característica de padres que tienen simetría encubierta, pseudomutualidad y pseudohostilidad, la hybris simétrica, la imposibilidad de definir la naturaleza de la relación y el impasse de pareja.
  • Es del tipo atracción-evitación
  • Los padres tienen una capacidad para confundir y desconfirmar a sus hijos.
  • Es una situación relacional compleja en la que los hijos se ven abandonados o traicionados al ser mucho más importante la pasión inextinguible del conflicto que la efímera alianza de la que han formado parte. 
  • Ejemplos de patologías: esquizofrenia, psicosis, pérdida de identidad. 

Otras triangulaciones

  • Padres distanciados pueden considerar recíprocamente que “el otro” se ocupa del hijo. 
  • Las necesidades relacionales no se satisfacen. 
  • Es del tipo evitación-evitación.
  • Los hijos viven en un territorio de nadie
  • Ejemplo de patologías: trastornos límites de la personalidad.

Maltrato psicológico deprivador

Se produce cuando existe conyugalidad armoniosa y parentalidad primariamente deteriorada. Dos tipos: 

La deprivación hipersociable

  • Padres exigentes
  • Hipertrofia notable de las funciones socializantes.
  • Los padres supeditar la valoración; desmesuradas exigencias que plantean, con el resultado de una profunda descalificación del hijo. 
  • Son comunes los suicidios y la depresión.

La deprevicación hiposociable

  • Exigencia no está presente o aparece demasiada mezclada con el rechazo. Incluso puede verse sustituida con la hiperprotección, dándole al hijo todo para así neutralizarlo.
  • Producen inadaptación social, conductas violentas, dificultad para mantener vínculos estables, consumo de drogas y síntomas psicopatológicos varios y personalidad límite.

Maltrato psicológico caotizante

  • Existe cuando la familia tiene parentalidad primaria deteriorada y conyugalidad disarmónica.
  • Los hijos vagan abandonados a su suerte, no hay implicación con ellos. Existe violencia, abusos, discusiones, dependencia, inadaptabilidad laboral y social de los padres, etc.
  • Conductas antisociales, psicopatías, sociopatía. 

Cuando niños o niñas crecen en sistemas familiares con alguna de las configuraciones vistas anteriormente, en su adultez pueden sufrir de: 

1.Supresión de sus emociones

Adultos que evitan sentir y conectarse con sus emociones, pues en su infancia no hubo espacio para ello. Además, esto puede hacerse mediante mecanismos de defensas como la evitación, negación o formación reactiva o bien, mediante la adicción o dependencia a sustancias o situaciones. En el peor de los casos, puede llevarlos a repetir patrones de maltrato hacia sus seres queridos. 

2. Sentimientos de culpa inadecuados

En su adultez, estos niños o niñas pueden tener una alta tendencia a sentirse culpables por acciones, situaciones o experiencias que no depende objetivamente de ellos, pero que debido al maltrato vivido en la infancia, pueden creer irracionalmente que gran parte de los eventos del mundo dependen de ellos y que no resulten como se espera, es sinónimo de culpa.

3. Incapacidad para relajarse

En su adultez, estos niños o niñas pueden crecer con la creencia de que estar constantemente haciendo/trabajando/moviendo, podrán evitar experiencias de maltratos. 

4. Autoestima Baja. 

El maltrato independiente en la edad que se dé, impacta directamente en la autoestima de la víctima. Por ello, si esta víctima es un niño o niña, entonces, el desarrollo evolutivo se verá marcado por sentimientos de baja autoestima, que dificultará sentirse plenos y felices en su adultez. 

5. Inseguridad en sí mismo. 

El maltrato es una acción que desvalida las acciones autónomas de otros, haciendo que el error no sea un aprendizaje, sino un castigo. Por ello, niños o niñas que crecen en estos sistemas, generan profundos sentimientos de desconfianza en su adultez, debido a que no pudieron validar afectivamente sus características, si no, por el contrario, por sus características fueron maltratados, por lo que el miedo a “mostrarse como son” está en la creencia poder ser rechazados o maltratados. 

Equipo Psicología Clínica
Equipo de edición de contenidos de psicología y nutrición.

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