Consecuencias psicológicas de la violencia contra la mujer
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Consecuencias psicológicas de la violencia contra la mujer

Consecuencias psicológicas de la violencia contra la mujer

Hay que recordar que el término “violencia contra la mujer” se refiere a los actos de agresión ejercidos sobre la mujer que tienen consecuencias físicas, sexuales o psicológicas. Algunos de estos de manera individual o combinados.

Adicional, se suman a la descripción del término antes mencionado, la violación marital, la mutilación genital y otras prácticas tradicionales que atenten contra la mujer, como lo puede ser la explotación sexual, el tráfico de mujeres y la prostitución forzada, el hostigamiento y la intimidación sexual en el trabajo y en instituciones educacionales, así como donde quiera que ocurra [Violence Against Women: a priority health issue] (1997).

Es importante destacar, que la definición anterior está como una variante de la violencia familiar.

Esta se describe como: toda acción u omisión cometida por algún miembro de la familia en relación de poder, sin importar el espacio físico donde ocurra, que perjudique el bienestar, la integridad física, psicológica o la libertad y el derecho al pleno desarrollo de otro(a) miembro de la familia.

Ambas, atentan contra los Derechos Humanos de las personas y contra el derecho a la vida, a la dignidad, a la igualdad (Herrera, 2001).

La violencia hoy

Actualmente, lo que nos permite identificar tantas manifestaciones de violencia contra la mujer, se debe al cambio social que todo el tiempo estamos viviendo en cada país y el mundo en general.

De esta manera, la violencia contra la mujer se llega a instalar en una memoria colectiva en cada una de las comunidades de los diversos lugares, favoreciendo a sacar a la luz problemas que antes los mismos integrantes de ellas escondían o simplemente no se podían ver. 

Se estima que, a nivel mundial, entre un 16 y un 52% de las mujeres experimenta violencia física por parte de sus compañeros.

Este porcentaje no se puede saber con certeza por el carácter “privado” con el que cuenta el tema de la violencia.

“La violencia anula la autonomía de la mujer y disminuye su potencial como persona y miembro de la sociedad” y “esta experiencia tiene no sólo consecuencias directas sobre su propio bienestar, sino también sobre sus familias y comunidades” [Violence Against Women: a priority health issue] (1997).

El ciclo de la violencia 

Se ha descrito una dinámica que se establece en el síndrome de maltrato reconociéndose tres fases que se repiten en forma continuada en la gran mayoría de las ocasiones [ACOG] (1999).

  1. Fase de tensión (ira, provocación, celos): en esta fase se pone de manifiesto la agresividad latente frente a la mujer y existen algunas conductas de agresión verbal y/o física de carácter leve y aislada, con un grado creciente de tensión.
  2. Fase de agresión aguda: fase que implica una descarga sin control de las tensiones acumuladas (abuso sexual, amenazas, patadas, mordidas, golpes e incluso, uso de armas). La mayoría de las mujeres no buscan ayuda inmediatamente después de la agresión a menos que, las lesiones sean tan graves que necesiten ayuda inmediata. Las mujeres que se encuentran en esta etapa generalmente se aíslan y se niegan a los hechos, tratando de minimizarlos e incluso a nivel psicológico comienzan a normalizarlos.
  3. Por último, la fase de reconciliación: fase en la que el abusador puede negar los actos de violencia, pedir perdón y prometer que nunca más repetirá tales acciones con actitud de arrepentimiento.

Este ciclo, con cada una de sus fases, se repite en cada uno de los distintos tipos de violencia, sin embargo, es más evidente en las formas de violencia donde se encuentran las relaciones asimétricas de poder.

El miedo es la emoción básica que experimenta la víctima.

Consecuencias de la violencia

En el ámbito de salud físicase encuentran consecuencias tales como:
  • Enfermedades ginecológicas: dolor crónico pelviano, flujo vaginal persistente, sangrado genital de origen disfuncional.
  • Abuso y dependencia de alcohol y sustancias.
  • Enfermedades de transmisión sexual (ETS) y SIDA.
  • Daños corporales (lesiones con arma blanca) y daños más permanentes como quemaduras, mordidas o hematomas.
  • Quejas somáticas poco definidas (cefalea crónica, dolor abdominal, pélvico y muscular, fatiga crónica).
  • Cambios repentinos de peso.
  • Durante el embarazo: aumento del tabaquismo, aborto, control prenatal tardío, retardo de crecimiento, hemorragias del feto, muerte fetal y muerte materna.
Consecuencias psicológicas de la violencia contra la mujer:
  • Problemas de salud mental: Entre las consecuencias psicológicas de la violencia contra la mujer están los trastornos del ánimo, depresiones severas, trastornos obsesivos-compulsivos, trastornos por conversión, trastornos de pánico, trastornos en la conducta alimentaria, trastornos en el sueño, episodios psicóticos, entre otros.
  • Síndrome de estrés post-traumático (STPT).
  • Miedo y ansiedad son otras de las consecuencias psicológicas de la violencia contra la mujer.
  • Sentimientos de vergüenza.
  • Conducta extremadamente dependiente.
  • Enuresis (incontinencia urinaria) y encopresis (incontinencia fecal).
  • El suicidio también está entre las consecuencias psicológicas de la violencia contra la mujer.
Y en el plano sexual:  
  • Embarazos no deseados. 
  • Disfunciones sexuales.
  • Obligación ejercida por parte del varón de la práctica de aborto.
  • Prohibición del uso de anticonceptivos.
  • Daños físicos y psicológicos en específico en el plano sexual.
  • Hostigamiento y violaciones.
  • Fobias sexuales y de la sexualidad en general.

Estrategias de autoayuda, sororidad y resiliencia ante la violencia contra la mujer

La psicología comunitaria desarrolla el concepto de “apoyo social” a través Casell y sus diversos estudios.

En ellos se presta interés a las relaciones y cualidades del entorno social de la persona donde los resultados mostraban la influencia del apoyo social en la salud y el ajuste psicológico y social de las personas, su importancia recae en ámbitos físicos, emocionales, de salud y bienestar de las personas (Gracia, 1997).

Dentro de perspectiva funcional del apoyo social, están las funciones emocionales.

Estas incluyen toda provisión de afecto, seguridad y cariño que repercute directamente en la autoestima.

Además, la función de apoyo material e instrumental que se refiere a aquel conjunto de acciones o materiales proporcionados por otras personas que sirven para facilitar y/o mejorar sustancialmente la vida cotidiana de las personas.

También la función de apoyo informacional, que comprende todas aquellas interacciones mediante las que las personas reciben información importante y que les permite comprender y adaptarse a un contexto determinado o resolver un problema.

Por último, la función de apoyo evaluativo, que se refiere al apoyo prestado mediante información que hace posible que una persona evalúe su situación personal (Gracia, 1997).

Sororidad

Debemos tomar en cuenta, la sororidad, misma que se define como una experiencia subjetiva de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y política cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y el empoderamiento vital de cada mujer. (Lagarde, 2012).

Para esto, Lagarde (2012) menciona que no es necesario ser amigas para propiciar relaciones sororales.

La sororidad puede darse tanto entre desconocidas, parientas, colegas, amigas, compañeras, etc… Incluso si se está en un conflicto con otra mujer, puede darse una relación de sororidad.

Sin embargo, tampoco requiere entrar en esencialismos entre mujeres, es decir, tener la obligación de ser sororal solo por el hecho de tratar con otra mujer.

Ninguna relación de apoyo puede darse sin empatizar o coincidir ideológicamente con la otra. Existen componentes que guían los fines planteados.

La identificación entre mujeres; el encuentro a partir de coincidencias que pueden ser de edad, clase social, intereses y nivel socioeconómico etc… Donde las semejanzas generan una identificación en la otra, y por tanto la empatía.

La necesidad de alianza; para poder confrontar y tomar posición ante la sociedad y sus exigencias para con las mujeres.

La defensa; ante las exigencias mencionadas y los ataques de cualquier forma de violencia o irrespeto hacia los derechos y posibilidades de las mujeres, eliminando la complacencia obligatoria y la victimización.

El reconocimiento de la soberanía de vida; no solo individual sino de las otras, que han sido desvalorizada para eliminarla como soporte político de decisión y de resignificación de la condición humana de las mujeres (Lagarde, 2012).

Resiliencia

Por otro lado, el fomentar la resiliencia, ha logrado convertirse en un factor de protección ante cualquier señal de violencia contra la mujer, Garmezy la define como “la capacidad para recuperarse y mantener una conducta adaptativa después del abandono o la incapacidad inicial al exponerse a un evento estresante” (Garmezy, 1991). 

Los factores externos que posibilitan la generación del efecto de resiliencia son las relaciones sociales con amigos, gente cercana, personas de la comunidad.

Esta capacidad puede darse de forma “natural” y muy habitual siempre y cuando se den ciertas condiciones ambientales que sean propicias para favorecer a la persona. 

Andreu (2017) refiere a través de un estudio del “Instituto de La Mujer” (2011) que la resiliencia tiene recursos protectores que facilitan la autonomía de las mujeres para decidir y actuar en su propia vida para así recuperar el control sobre sí.

Entre estos recursos están los protectores sociales, que se refieren al contexto social, legal, económico, etc. como también la ayuda prestada por amigas, conocidas, familia, etc.

Este estudio también menciona la presencia de tácticas o estrategias de supervivencia y control después de haber pasado por una situación de violencia, donde para incrementar su bienestar psicológico se lleva cabo la ruptura, la autoafirmación y sobre todo la recomposición o creación de redes sociales que ayuden a contener estos cambios.

Referencias 
  • ACOG: Domestic violence: Educational Bulletin. Nº 257, december 1999. Intern J Gynecol Obstet 2000; (71): 79-87. 
  • ANDREU, M. (2017). Tesis Doctoral: Resiliencia y Sintomatología Clínica en Mujeres Víctimas de Violencia de Género. Universidad de Murcia. Murcia-España. 
  • GARMEZY, N. (1991). Resiliencia y Vulnerabilidad en situaciones asociadas a la pobreza. American Behavioral Scientist. pp. 459-466. 
  • GRACIA, E. (1997). El Apoyo Social en la intervención comunitaria. Paidós, Trabajo Social Ibérica. Barcelona
  • Herrera M: Violencia y somatizaciones ginecológicas. Rev Chil Obstet Ginecol 2001; (4): 335-9.   
  • INSTITUTO DE LA MUJER. (2011). Recuperando el control de nuestras vidas: reconstrucción de identidades y empoderamiento en mujeres víctimas de violencia de género. Memoria de investigación (año 2007-año2011). Madrid. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Instituto de la Mujer. 
  • LAGARDE, M. (2012). El feminismo en mi vida. Hitos, claves y utopías. In Mujeres DF, Instituto de las Mujeres del Distrito Federal, p. 543-544. Gobierno del Distrito Federal. México.

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