Cuáles son las medidas para prevenir la ansiedad infantil
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Cuáles son las medidas para prevenir la ansiedad infantil

Saber cuáles son las medidas para prevenir la ansiedad infantil ayudará a tratarla y brindarles mejor calidad de vida.

¿Tu hijo se inquieta demasiado al separarse de ti, al ir a la escuela o por hechos que todavía no han pasado? Repite a menudo “¿qué pasaría sí…?”¿ Afirma sentirse aislado y solo? ¿Tiene miedo que algo salga mal?

En este artículo discutiremos el desarrollo de los trastornos de ansiedad en niñas y niños y algunas intervenciones psicológicas relacionadas a ello.

Estas estrategias se pueden dividir en tres áreas principales: fisiológica, cognitiva-afectiva y conductual. 

Estrategias para manejar la ansiedad infantil

En cada una de estas algunas estrategias e intervenciones para manejar la ansiedad incluyen:

Disminución de la respuesta fisiológica

  1. Ejercicios de relajación, desensibilización y dramatización.
  2. Motivar actividades que el niño disfrute libre y genuinamente.
  3. Hablar específicamente sobre los eventos que producen ansiedad.

Mejora de la respuesta cognitivo-afectiva

  1. Aumentar la confianza en sí mismo, reforzando los éxitos.
  2. Ver las cosas amenazantes cómo problemas a resolver y entregar herramientas para solucionarlos.
  3. Identificar la relación entre ansiedad y los pensamientos que la producen.
  4. Atribuir emociones a sí mismo y no a algo externo.
  5. Cambiar las preguntas de por qué a cómo, que los niños pueden responder más fácilmente: cómo te hace sentir, en vez de por qué te hace sentir.

Modificación de la conducta

  1. Desarrollar la auto-observación para que el niño comprenda la causa de sus emociones.
  2. Entrenar estrategias de afrontamiento de la situación específica que causa ansiedad, por ejemplo planificación de estudio si la ansiedad es causada por los exámenes.

En lo que sigue del artículo explicaremos en mayor detalle cada una de las estrategias.

Pero antes de comenzar, es importante señalar que los Trastornos de Ansiedad (TA) son los trastornos psiquiátricos más frecuentes en niñas y niños.

Tienen una prevalencia estimada que oscila según los estudios entre el 3-31%, significando un problema de salud importante en la población infantojuvenil. 

Por ello, es fundamental saber cuáles son las medidas para prevenir la ansiedad infantil y cómo tratarlo.

Su evolución natural sin tratamiento puede derivar en serias repercusiones negativas en el funcionamiento educacional, social y familiar de niñas y niños, interfiriendo de forma importante en el desarrollo.

Luego debemos entender que todos los seres vivos estamos dotados de un sistema biológico que nos permite experimentar ansiedad o temor. 

La emoción del miedo puede funcionar como señal de alarma y como barrera contenedora para impedir que la niña o el niño se aventure en situaciones para las que todavía no ha desarrollado las habilidades necesarias. 

Sentimientos tales como el miedo, la ansiedad, la tristeza ocurren de forma normal en algún momento del desarrollo. 

Las causas de las mismas, la forma en que se manifiestan y sus funciones adaptativas cambian conforme el niño crece y pasa de la infancia a la adolescencia.

En su forma mórbida o patológica constituye, en muchos casos, una forma extrema de presentación de los miedos que pueden ser vivencias normales en la infancia. 

Debido a esto, la forma en la que se presentan los trastornos de ansiedad o afectivos están determinados por el momento del desarrollo en el que aparecen.

¿Cómo sería la ansiedad patológica?

La ansiedad patológica consiste en la aparición de una sensación de intenso malestar, sin causa objetiva que lo justifique.

Esto viene acompañado de sentimientos de aprensión y diversos síntomas y formas de expresión, tal como lo puedes revisar en la siguiente guía de ansiedad.

La persona que tiene ansiedad teme volverse loca, morirse o realizar un acto incontrolable. 

Las respuestas de ansiedad incluyen síntomas cognitivos y somáticos que son característicos y que expresan la activación del sistema autonómico (inquietud psicomotriz, taquicardia, taquipnea, sensación de muerte inminente, tensión, etc.). 

Los efectos a largo plazo de los síntomas de ansiedad persistente pueden ser variados y de consecuencias casi irreparables.

Pueden derivar en daños en el desarrollo del concepto de sí mismo, en la autoestima, en el funcionamiento interpersonal y en la adaptación social.

Entonces, como ya hemos mencionado que distinguir entre normal y patológico es particularmente complicado en el caso de los trastornos de ansiedad debido a que ésta tiene funciones adaptativas.

En los niños y niñas

En el caso de niñas y niños, una regla de oro que nos ayuda a determinar la diferencia entre la normalidad y la patología es la capacidad del niño para recuperarse de la ansiedad y permanecer libre de ésta cuando la situación que la ha provocado ha desaparecido, lo que se denomina flexibilidad en la adaptación afectiva.

La respuesta ante una situación percibida como amenazante para la supervivencia está condicionada por factores individuales. 

El llanto, la evitación, la huida, la confrontación de la situación temida, los problemas físicos, el aislamiento social, etc., todas ellas vienen determinadas por diferencias interindividuales.

Las manifestaciones de ansiedad serán diferentes según la etapa del desarrollo. 

En niñas o niños de una temprana edad, se presenta a menudo como actividad excesiva, comportamientos estridentes y de llamada de atención, dificultades a la separación o en el momento de ir a dormir. 

La ansiedad manifestada comportamentalmente puede conducir a diagnósticos inadecuados de trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH), trastorno desafiante y oposicionista u otros problemas de conducta.

Niñas o niños en una etapa previa a la adolescencia, así como los adolescentes en sí, son más capaces de describir sus vivencias subjetivas, ellos pueden denominarlas usando diferentes vocablos como miedo, nerviosismo, tensión, rabia; también pueden presentar comportamientos disruptivos o antisociales.

Influencia del ambiente

También el ambiente influye en las respuestas de ansiedad. 

Si el ambiente es comprensivo y es capaz de emplear estrategias que ayuden a la niña o el niño, éste se verá beneficiado. 

Los ambientes que minimizan y culpan a la niña o el niño del problema, o que le obligan a enfrentarse a la situación cuando él no tiene recursos personales para manejarla, estarán provocando un rechazo del niño a compartir sus problemas y a pedir ayuda y, por tanto, comprometerán su desarrollo. 

En personas que no padecen un trastorno de ansiedad, la exposición repetida a un estímulo potencialmente amenazante reduce su ansiedad. 

Sin embargo, en los sujetos con un trastorno de ansiedad, la exposición obligada, sin un apoyo terapéutico, puede resultar altamente perjudicial.

Tratamiento multimodal

En cuanto al tratamiento este debe ser multimodal, es decir, debe incluir la educación de los padres y de su hijo/a sobre las características del trastorno, acercamiento al personal escolar, la intervención psicoterapéutica y, la farmacoterapia de ser requerida en los casos mas graves.

La elección del tratamiento se basará en las características individuales del paciente y la familia.

Esto, teniendo en cuenta los estresores ambientales, los factores de riesgo, la severidad, la disfunción que le ocasiona a la niña o el niño y las posibles comorbilidades, así como la edad del paciente y la organización y funcionamiento familiar.

Por otro lado, es importante dar cuenta que la experiencia y la evidencia científica han señalado que los padres y el resto de integrantes de la familia juegan un papel fundamental en el desarrollo y el mantenimiento de la ansiedad en los niños.

Quizás en algunos casos requiriendo orientación individual y/o familiar para generar una red de apoyo emocional para el niño y así mismo entregarles una serie de estrategias y herramientas para trabajar desde el hogar y así lograr alinear objetivos terapéuticos.

Una vez que se ha conformado el diagnóstico, debe reforzarse la información sobre la problemática tanto a la niña o niño, como a los padres, y en ocasiones a algún otro familiar como abuelos o hermanos para que así puedan apoyar al paciente.

Una forma apropiada sería enlistar los síntomas y permitirle al menor que en un entorno de confianza y apoyo, él pueda expresar y explicar con sus propias palabras cada uno de sus síntomas o aflicciones. 

Formándose un ambiente de comprensión hacia el niño, sin presionarlo, ni hacerlo sentir que es responsable de sus síntomas. 

No debe perderse de vista estimular en el hogar el apego al tratamiento, esto incluye, la eliminación de estigmas, la asistencia a psicoterapia tanto del paciente como de los padres, si así se requiere.

¿Cómo intervenimos a niñas y niños?

La ansiedad produce una reacción psico-biológica en la que prácticamente todos los sistemas orgánicos están afectados: 

– El fisiológico (sudor, taquicardia, mareo).

– El cognitivo-afectivo, como anticipación de lo que va a ocurrir (voy a hacer el ridículo, me van a pegar).

– El motivacional (deseo de evitar la situación).

– El emocional (el sentimiento subjetivo de miedo).

– El conductual (inhibición, indecisión).

Con estos factores, niña o niño se crea una imagen de sí mismo en la situación temida y un pensamiento negativo acerca de lo que puede pasar, teniendo la posibilidad de desarrollar soluciones para dicha situación. 

Por tanto, la intervención va a ir dirigida a disminuir la respuesta fisiológica, mejorar la respuesta cognitivo-afectiva y modificar la conducta.

  1. Disminución de la respuesta fisiológica a través de:
  1. Ejercicios de relajación y desensibilización, como juegos colaborativos, como la pinta, o la lectura de cuentos.
  2. Ejercicios de dramatización (role-play), ideales para ayudar a externalizar las emociones.
  3. Realizar actividades que pueda disfrutar libre y genuinamente. Darle espacio a niña o niño para que pueda jugar aquello que le encanta.
  4. Escribir o hablar sobre la ansiedad específica. Es decir, si el evento ansioso es la ida al colegio, entonces conversemos de ello, permitiéndole verbalizar sus emociones.
  1. Mejorar la respuesta cognitivo-afectiva, ayudándole a:
  1. Aumentar la confianza en él mismo y en sus capacidades, identificando situaciones a las que el niño se enfrenta con éxito, remarcando sus habilidades, utilizando frases que sirvan de refuerzo de las propias capacidades.
  2. Cambiar el estilo cognitivo de considerar la situación como algo amenazante a considerarla como un problema a resolver. Ayúdale con las soluciones.
  3. Establecer una conexión entre la ansiedad y los pensamientos o deseos que la desencadenan, así como identificar preocupaciones y creencias.
  4. Atribuir sus emociones a él mismo y no al ambiente o a algo externo para que vea que él está creando sus propios sentimientos.
  5. Cambiar preguntas de por qué a cómo, pues niñas y niñas al estar en desarrollo, las preguntas del porqué pueden ser poco entendibles para ellos. Recuerda que entre los 4 a 10 años se desarrolla el pensamiento causalista, por lo que la niña o niño expresen cómo se siente tiene un impacto más positivo en sus emociones.
  6. Acompañarlo en la situación que le produce ansiedad para ayudarlo a descubrir sus pensamientos.
  1. Modificar la conducta a través de:
  1. Desarrollar la auto-observación de los antecedentes, la conducta y los pensamientos mediante registros de conducta. Es importante que la niña o niño vayan comprendiendo las causas de sus emociones a medida que toma consciencia de sus acciones.
  2. Entrenarlo en estrategias de afrontamiento de la situación específica (habilidades sociales, técnicas de estudio, relajación, hábitos de higiene). Por ejemplo, para disminuir la ansiedad frente a un examen se puede entrenar en técnicas y planificación del estudio, relajación, concentración, alimentación, sueño.

Por último y sin ser menos importantes, a todo padre, madre o cuidador lector de este artículo, los invitamos a si alguno de sus hijos o hijas presentan alguna de las características nombradas con anterioridad realice una apropiada consulta con especialistas en el área.

Recordemos que un tratamiento precoz y conocer cuáles son las medidas para prevenir la ansiedad infantil siempre tendrá mejores pronósticos en el desarrollo del bienestar emocional.

Referencias

Cárdenas EM, Feria M, Palacios L, De la Peña F. (2010). Guía Clínica para los Trastornos de Ansiedad en Niños y Adolescentes. Ed. S Berenzon, J Del Bosque, J Alfaro, ME Medina-Mora. México: Instituto Nacional de Psiquiatra. (Serie: Guías Clínicas para la Atención de Trastornos Mentales).

Manuel Hernández Pacheco (2017): Apego y Psicopatología: La ansiedad y su Origen. Conceptualización y Tratamiento de la psicopatologías relacionadas con la ansiedad desde una perspectiva integradora.

Ruiz Sancho AM, Lago Pita Trastornos de ansiedad en la infancia y en la adolescencia. En: AEPaped. Curso de Actualización Pediatría 2005. Madrid: Exlibris Ediciones; 2005. p. 265-280.

Isabel Margarita Haeussler, Irene Léniz, Carolina Bunge, Marina Bonfill (2018): Psicoterapia de Niños y Adolescentes. Actividades par la practica clínica.

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